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El hombre que se atreve a criticar al amor. Entrevista a Ruwen Ogien (traducción del original en francés)

26 Sep

ruwen_ogien_sciences_humainesEl filósofo Ruwen Ogien disecciona el sentimiento del amor y denuncia el puritanismo imperante*

Cocine un rape asado para un filósofo estoico, ofrézcale un filet mignon o una codorniz rellena, él solo verá una comida de «cadáveres», así lo resumía Marco Aurelio. Ruwen Ogien revive esta postura crítica filosófica y ataca al amor en su última obra. Denunciando los elogios automáticos y las injerencias normativas asociadas, el filósofo estima que la concepción dominante de este sentimiento escondería una ideología hostil a la libertad individual y a la realización personal. Ésta es la cuestión que está en juego en su último ensayo, Filosofar o hacer el amor (Grasset, 2014): mostrar, de manera razonada y desapasionada, que nuestro sentimentalismo a menudo sirve como punto de apoyo a diversas formas de represión y exclusión social. Uno puede estar o no de acuerdo con estas tesis, pero si la función principal de la filosofía es poner en cuestión los prejuicios y adoptar una postura escéptica frente a las ideas recibidas, el enfoque de R. Ogien no deja indiferente a nadie.

Usted es sobre todo conocido por sus trabajos sobre ética y libertad ¿Por qué se interesa hoy por el amor?

Algunas de esas razones son muy personales, relacionadas con experiencias felices o infelices, como siempre que se trata de amor. Pero también hay un vínculo con mis obras anteriores, porque nuestra visión del amor no es independiente de nuestras representaciones políticas y morales. He querido resaltar la función conservadora, puritana y antisexual de la «alabanza de amor» que prolifera en nuestro tiempo, tanto en la filosofía como en las revistas de psicología destinadas al gran público. Con el pretexto de hablar de amor, estos elogios tienden a enterrar la libertad sexual en sus aspectos corporales, legales y sociales, como si de una reliquia del pasado se tratara. Enmarcada en la pura tradición moralista, esta visión opone a la verdadera libertad, la libertad de actuar en favor de lo que se supone que es bueno y justo, la libertad ilusoria, la libertad de seguir los deseos propios, que designa bajo las denominaciones despectivas de “licencia” o de “libertinaje”.

¿Defender el amor sería entonces reaccionario?El elogio del amor, cubierto con una gruesa capa de sentimentalismo kitsch, siempre ha sido un género popular. Pero lo que creo que es nuevo hoy es que este sentimentalismo a menudo se utiliza como punto de apoyo para rechazar el individualismo moderno y el modelo social «neoliberal». Encontramos  este patrón entre autores, a priori, muy diferentes de la derecha conservadora o de la izquierda radical, desde Alain Finkielkraut, Alain Badiou. Para todos estos filósofos, el individualismo habría contribuido a la destrucción de los lazos sociales, la aniquilación de la preocupación por los demás, el debilitamiento general de la voluntad de vivir juntos, etc. Se habría impuesto el reinado del individuo egoísta, despolitizado, inconstante, «zapero», consumidor compulsivo, ocupado en la satisfacción de sus deseos más inmediatos, los más materiales. Habría que recuperar por tanto lo que puede servir de «enlace» con el otro, revalorizar los movimientos «desinteresados» del alma, reforzar lo que podría fortalecer de nuevo en el corazón de los ciudadanos el gusto por las cosas hermosas, la constancia, la duración, la fidelidad, la comunidad. Desde todos estos puntos de vista, el amor parece ser un remedio perfecto.

¿El amor no puede ser concebido como una apertura al otro y a la vulnerabilidad de nuestro prójimo?Este discurso no es insostenible, pero tiene un defecto importante para mí: enmascara el hecho de que la alabanza del amor sirve para justificar públicamente la negación de cualquier innovación normativa en materia de matrimonio, sexualidad o procreación; excluye la posibilidad de ir más allá de la idea de pareja en el poliamor (esta práctica que supone que uno puede amar a varias personas al mismo tiempo con la misma intensidad), el cuestionamiento de la dominación del amor heterosexual por la búsqueda bisexual o transgénero, el «sin sexo» o el celibato asumido, los contratos sexuales generalizados (relaciones sadomasoquistas, prostitución, etc.) y el desarrollo de nuevos modos de acceso al «mercado del sexo» a través de sitios de citas por Internet … Los sociólogos llaman a estas nuevas prácticas “sexualidades negociadas». Uno las puede defender como formas de amor que tienen su lugar entre las demás. Si nos resulta difícil de aceptar, es probablemente porque respetamos, a veces sin saberlo, una cierta tradición filosófica del amor que es moralizante, que impondría una determinada concepción del bien o de la perfección humana intelectualista a expensas de otras, más corporales.

Habla usted de amor con frialdad casi clínica. ¿Podemos dejar a un lado los sentimientos en este tema y elegir entre «filosofar o hacer el amor» como sugiere en el título de su obra?La filosofía, con sus conceptos abstractos y sus patrones de pensamiento generales, ¿puede captar lo que hay de carnal, de sensual, de emocional y especial en cada historia de amor? Para algunos pensadores, la respuesta es claramente «no». Ellos creen que la poesía, los relatos, el cine, las novelas son géneros mucho más adecuados a la hora de hablar de amor debido a su falta de pretensiones teóricas y a su sensibilidad por los aspectos físicos, singulares, de toda actividad humana. Estos pensadores consideran que la filosofía del amor es inútil, ya que elimina lo que trata de explicar: la singularidad de cada encuentro amoroso, la intensidad de las emociones que despierta. Yo, por mi parte, estoy en completo desacuerdo con estas declaraciones. Nadie parece pensar, en efecto, que filosofar sobre la nostalgia, el aburrimiento o la finitud conduce necesariamente a empobrecer estos sentimientos, reemplazándolos con generalidades intelectuales. Nadie (aparte de unos pocos estoicos), parece creer que reflexionar racionalmente sobre el sufrimiento o la soledad los hará desaparecer de nuestras vidas (lo que por cierto podríamos lamentar). ¿Por qué esto mismo no se aplica al amor? El conocimiento del amor no tiene por qué ser necesariamente tan intuitivo, espontáneo o emocional como el amor.

¿Por qué critica especialmente la idea de que el sexo sin amor sería de menor valor? ¿Es una concepción que le parece domina hoy en día?La idea de que el sexo sin amor es de menor valor presenta dos aspectos que yo contesto: moral y psicológico. Para los moralistas, el sexo sin amor transformaría al otro en un objeto, “en un limón que tiramos después de haberlo exprimido» o en un «cerdo asado que comemos para saciar el hambre» según las imágenes de Emmanuel Kant (más competente en la cocina que en el sexo, por lo que parece). Es decir, que las relaciones sexuales que se suponen sin amor serían profundamente malsanas, degradantes, contrarias a la «dignidad humana». Esta idea se ha extendido y ha marcado el camino. Hoy existe una visión que ya no es solo moral, también es psicológica. Hay que preferir el sexo con amor al sexo sin amor porque el amor haría el sexo más feliz, más gratificante, más satisfactorio física y psicológicamente. Por lo tanto, más allá de cualquier moralismo, el sexo con amor es el sexo bueno y el sexo sin amor es el sexo malo; pero esta suposición carece de respaldo empírico.

De hecho, usted defiende la idea contraria

Hay razones para creer que el amor es un obstáculo más que una contribución a una relación sexual satisfactoria. Cuando se involucra el amor, el deseo sexual perdería su obviedad y simplicidad. El amor podría incluso contribuir a inhibir el deseo sexual. Eso al menos es lo que afirman las teorías, a menudo de inspiración freudiana, que oponen a los estereotipos de la «madre» (en el lado del amor) al de la «puta» (en el lado del sexo), sin posibilidad de conciliación. Con frecuencia los humoristas se ríen de ello: El mejor sexo es el sexo por el sexo, el sexo sin amor. Woody Allen es un experto en aforismos sobre este tema. Algunos de ellos forman ya parte de la sabiduría popular: «El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores»; «¿Es sucio el sexo? Sí, pero solo cuando se hace bien», etc. En realidad, el argumento psicológico de que el sexo con amor es más gratificante que el sexo sin amor no está realmente fundado. Por tanto, resulta necesario considerar otra hipótesis; la que propongo es política. La crítica del libertinaje, del sexo por el sexo, de la libertad de los deseos, tan virulenta en la derecha como en la izquierda radical, es ante todo puritana. Se nos impide pensar que el amor es perfectamente concebible sin sujeción a la idea de la pareja obstinadamente fiel, perdurable, eterna, etc. El amor podría perder ese sentido ascético, religioso, elitista que ganó a través de las figuras del amor romántico o moral. El amor podría convertirse en algo físico, efímero, democrático.

¿Es ésta una forma de revitalizar el pensamiento crítico de los filósofos clásicos como Sócrates o Nietzsche?

En efecto, intento que vuelva la voz crítica en el debate filosófico alrededor del amor. Es una voz que ha sido asfixiada en la filosofía reciente por el elogio, la glorificación, la alabanza sin matices, sin distanciamiento.

Y entonces ¿Cuál sería su definición del amor?

Intento, sobre todo, mostrar por qué el amor resulta tan difícil de definir. Hay dos tipos de definiciones que se oponen: conativa (Amar es querer el bien del otro) y afectiva (el amor es disfrutar de la presencia del otro). Personalmente, creo que estas dos definiciones son defectuosas. Usted puede amar sin querer el bien de la persona amada. Usted puede amar a alguien sin disfrutar de su presencia. La búsqueda de una definición de amor que aprehendiera su «verdadera naturaleza» (su «esencia») tiene pocas posibilidades de éxito. El hecho de que exista una multitud de concepciones del amor que compiten entre sí y de que parezca imposible decidirse por una de ellas utilizando los métodos filosóficos habituales fortalece mi convicción. Desde luego, estas concepciones no son infinitas en número, y nada nos impide tratar de evaluarlas siguiendo ciertos criterios, eliminar las peores y mantener temporalmente las que resistan el escrutinio. Sin embargo, hay bastantes lo suficientemente buenas como para justificar mi escepticismo respecto a la posibilidad de llegar a una definición unánime del amor. En cualquier caso, el objetivo de este libro no era el de proponer una definición más correcta de amor, más en línea con la verdad del amor que las anteriores. Dejo esta tarea a  los que creen que tal definición se puede encontrar.

Usted menciona mucho el amor según … Johnny Hallyday , Whitney Houston, Edith Piaf , Stromae ¿qué aporta la canción popular?

Se trata de un material no filosófico que, con los resultados de los estudios científicos, me permiten identificar lo que yo llamo las ideas básicas o las intuiciones básicas del amor: «el amor es más importante que todo», «el amor está más allá del bien y del mal», dura necesariamente,  no sería el resultado de decisión alguna, de razón alguna, se encarnaría en una persona insustituible… La canción popular tiene el mérito de expresarlo de forma particularmente clara y directa. Con sus trivialidades deprimentes y sus destellos poéticos, ofrece considerables recursos de pensamiento.

Estas referencias también muestran su interés por interpelar al gran público. ¿Piensa usted que la filosofía puede cambiar las mentalidades?

En el campo de los asuntos humanos, la filosofía no busca necesariamente cambiar las mentalidades. La filosofía puede ser profundamente conservadora, estar al servicio de los dominantes; también puede ser pomposa, grandilocuente, alimentarse de clichés, afirmaciones sin pruebas y argumentos de autoridad. En lugar de enfrentarme a este cuerpo que tanto me deprime, prefiero ignorarlo y hablar con lo que ustedes llaman el público en general, con palabras sencillas y argumentos claros; en la medida en que pueda formularlos claro.

*Traducción libre de la entrevista publicada en francés por Sciences Humaines: http://www.scienceshumaines.com/l-homme-qui-critiquait-l-amour-rencontre-avec-ruwen-ogien_fr_33365.html