Realidad virtual

7 Jun

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“Le véritable voyage de découverte ne consiste pas à chercher de nouveaux paysages, mais à avoir de nouveaux yeux » (El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos). Marcel Proust

La mente humana es muy maleable, lo que nos da una tremenda capacidad para aprender. Cuando llegamos al mundo aprendemos por imitación y, así, intentamos hablar remedando los movimientos de la boca de nuestros padres y lo que al principio solo nos parecen ruidos. En un experimento realizado por una universidad escocesa que pretendía entender el proceso del aprendizaje, se mostró a varios niños  y chimpancés cómo obtener una recompensa insertada en una caja opaca mediante tres acciones consecutivas. Tras ello, se repetía la experiencia con una caja transparente idéntica a la anterior que permitía observar que las dos primeras acciones eran completamente inútiles. Ante la caja transparente, los niños seguían repitiendo las acciones que no contribuían al proceso, reproduciendo cada detalle con cuidado, no así los chimpancés. Los niños tienden a imitar las acciones al margen de la eficiencia o la eficacia de sus comportamientos; los chimpancés emulan, es decir, observan los resultados de sus acciones y actúan en consecuencia. Esto, a primera vista, nos haría pensar que los chimpancés son más inteligentes.

Con la edad, los seres humanos tendemos más hacia la emulación, pero nuestro cerebro ya se ha visto muy condicionado por el proceso imitativo. Esto hace que a veces nos resulte tremendamente difícil salirnos de los moldes establecidos. En la mayoría de comportamientos en sociedad lo importante no es el resultado final sino la manera en que se hacen las cosas: las convenciones sociales. La imitación nos permite ser aceptados, se trata de una estrategia adaptativa para vivir en sociedad. Sin embargo, la vida se encarga de mostrarnos las contradicciones entre lo aprendido por imitación y lo deseado desde la propia experiencia vital. Intuyo que el desasosiego, las crisis de la adolescencia o la de los 40, las depresiones o la sensación de marginalidad nacen de esas contradicciones. ¡Qué difícil resulta vivir la realidad sin las muletas de las certezas! Perder el miedo a cuestionarse gran parte de la herencia recibida. Por eso, cuando se conoce a alguien esencialmente libre, que se ha aventurado por el camino de la incertidumbre sin temor, alguien capaz de ver cada día la realidad con nuevos ojos, que entiende que todo lo que nos rodea es una mera realidad virtual, una simple construcción mental, uno se siente un poco menos solo y agradece el enorme privilegio de estar aquí y ahora, siempre aprendiendo.

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